28 / Dic / 2023 | Opinión

Vacíos

El médico y el mendigo. Segunda parte

Dr. Francisco Jiménez Campos

Mendigo y médico se pusieron de acuerdo en el día adecuado para realizar esa experiencia, convinieron que el 30 de diciembre, un día antes que culminara el año, ya que coincidía con periodo de vacaciones del médico.

Por fin llegó ese día, el médico se presentó con ropa extremadamente sencilla y esperó paciente al mendigo, quien haciendo su aparición, alrededor de las 10 de la mañana, llevaba consigo una gorra y un costal, mismos que se los extendió al médico.

«Vamos pues amigo», exclamó el mendigo, refiriéndose al médico, pero primero vamos a desayunar, claro que vamos a tomar nuestros alimentos sin necesidad de aportar algún peso.

Ambos caminaron por la banqueta con rumbo a donde había varios puestos ambulantes de comida, se pararon junto a uno de los establecimientos que, por cierto, era atendido por una señorita mucho muy agraciada, la cual al verlos que disfrutaban solo con el aroma rico de los tacos, les preguntó: «¿ya desayunaron?», y los dos hombre respondieron al unísono: «No aún no».

«Gustan un taquito», les preguntó la señorita, y, de inmediato, con la experiencia que tenía el mendigo, respondió: «lo único malo es que no tenemos dinero con qué pagarle.

«No hay ningún problema», respondió la señorita, «ayúdenme a barrer y lavar la banqueta y con gusto, yo les invito unos tacos». De inmediato el médico y el mendigo tomaron la escoba y el recogedor e iniciaron su labor, una vez que concluyeron, la señorita (que, por cierto, su belleza era adornada con el el nombre de Estrella) les proporcionó a cada uno un plato con tres ricos tacos, combinados con arroz, frijoles, rajas y algunas tiras de carne de res.

Ambos disfrutaron con gran apetito, como si fuera un gran manjar; agradecieron a la señorita Estrella, dispuestos a trabajar recogiendo todo tipo de basura, lo mismo les daba recoger envases de plástico, latas de aluminio, envases de cartón y cualquier tipo de papel, incluso recogían heces fecales de animales callejeros. Se divertían tanto que simulaban jugar futbol con cada botella de plástico que encontraban.

En ese recorrido tuvieron tiempo de platicar sobre su vida personal, el mendigo le contó al médico varios episodios de su vida, como cuando tenía 8 años y se escapó de un orfanatorio y desde entonces vive en la calle, haciendo cualquier trabajo que se le presenta.

Por su parte, el médico le platicó que viene de una familia muy pobre , por lo que le costó mucho trabajo terminar su carrera y, por azares del destino, aún siendo estudiante de la carrera de medicina tuvo una niña, por lo que se casó y eso complicó todavía más su vida, sin embargo, logró terminar su carrera.

Así, entre juegos, risas y pláticas concluyeron su jornada de trabajo aproximadamente a las 6 de la tarde, estaban sedientos y hambrientos, por lo que con su carga decidieron acudir a un establecimiento que les compraba todo tipo de basura, recibiendo la cantidad de $50.00 por ambas cargas (dos costales), el médico se soltó a reír como nunca por lo que les habían pagado por todo un día de trabajo. Ambos cansados deciden nuevamente acudir con la señorita Estrella, la que les había regalado unos tacos por la mañana, pero con la diferencia que ahora si podían pagarle con el dinero ganado.

Mientras comían platicaban la gran aventura que, para el médico fue recoger basura y echar un volado por cada moneda que encontraban, para ver quien se la quedaba. Terminan de comer y se despiden, prometiendo volverse a ver en cualquier momento.

Pasa el tiempo y una noche en su guardia nocturna de los martes, el médico decide ir a la cocina del hospital para comer, en ese momento, se lleva la gran sorpresa de que la cocinera le extiende un plato con 3 tacos, él se los come simplemente sin preguntar, esa historia se repite todos los martes, lo cual despertó enorme curiosidad, por lo que se pone a investigar y sólo le comentan que todos los martes alguien conocido por él es quien le trae los tacos, esto lo tranquiliza y no vuelve a preguntar más sobre los ricos tacos que se come todos los martes, así transcurre la vida del médico.

Hasta que un martes 31 de Diciembre por la noche decide ir a comer como es su costumbre, encontrándose con la novedad de que los tacos acostumbrados no llegaron, eso le extraña, ya que se había acostumbrado a devorar esos manjares de todos los martes, no habiendo más que comer decide tomarse solo un rico café, en eso estaba cuando una enfermera acude exaltada y le comenta: «doctor Octavio, apúrese, pues acaba de llegar un paciente que se encuentra extremadamente grave y desea que sólo usted lo atienda2.

Cuán grande fue su sorpresa al ver a su amigo el mendigo postrado, sangrando por todos lados, (ya que había sido arrollado por un automóvil), balbuceando con voz apenas audible y entrecortada, pidiéndole la mano al médico, diciéndole: «gracias», por haberle dado el día más feliz de su vida, ya que nadie lo había hecho reír tanto y ganarse su cariño en tan solo un día.

«Como agradecimiento te estuve mandando, todos los martes en tu guardia nocturna, los tacos que tanto te gustaron, sabiendo cómo me comentaste, que ustedes los médicos en alguna ocasiones se la pasan sin comer, por atender a tantos pacientes que solicitan urgentemente su atención», dijo el mendigo.

Al escuchar esto, el médico lo abraza y conjuga sus lagrimas con la sangre de su amigo,

pues sabía que esos tacos representaban un día de trabajo para él y que quizá el mendigo ese día no había comido por brindarle la comida ganada con su trabajo. El mendigo aprieta fuertemente al médico y con un suspiro entrecortado fallece, su cara refleja una gran tranquilidad y su boca una bonita sonrisa.

Desde ese día el médico porta una bata impecablemente blanca con su nombre bordado y debajo un corazón con dos letras M, que simbolizan médico y mendigo amigos por siempre.

F I N




Artículos Relacionados

Relacionados

Síguenos en: