En 1824 un grupo de mujeres zacatecanas escribieron al Congreso Constituyente de la naciente nación mexicana un texto manifestando su interés en participar en la toma de decisiones políticas. Después de todo, las mujeres también habían participado activamente para lograr la independencia, entre los nombres destacados podemos encontrar a Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Antonia Nava de Catalán y Mariana R. del Toro de Lazarín.
Durante el movimiento revolucionario de 1910, la presencia de las mujeres también fue destacado no sólo tomando el fusil y haciendo tareas de cuidados, pero también siendo estrategas militares y políticas, generando contenidos importantes, y ahí tenemos a Carmen Serdán Alatriste, Hermila Galindo Acosta y a Elvira Carrillo Puerto, y qué decir de los aportes de las mujeres que participaron en el Primer y Segundo Congreso Feminista realizado en Yucatán en 1916, sólo por mencionar algunos ejemplos.
Sí, nuevamente las mujeres se pronunciaron ante el Congreso Constituyente de 1917 exigiendo se les reconociera su derecho a la ciudadanía y a votar y a ser votadas; sin embargo, las mujeres fueron ignoradas y poco a poco sus nombres, anhelos democráticos y exigencias para ejercer sus derechos políticos electorales se pretendieron invisibilizar en el discurso de ellos, qué por haber nacido varones se han atribuido (y, peor aún, auto engañado) de que poseen en exclusiva la inteligencia, sagacidad y valentía para ejercer el poder y gobernar.
Después de 197 y 104 años, de que los Congresos Constituyentes de 1824 y 1917 se han materializado derechos y andamiajes jurídicos e institucionales importantes en materia de derechos humanos y político-electorales de las mujeres, pero aún hay muchos pasos que dar para que se interioricen de manera personal y social principios como igualdad, equidad, no discriminación, paridad y democracia.
El camino ha sido de una persistente resistencia ante los infinitos NO que a las mujeres se nos han impuesto, y de poco a poco, se han abierto brechas, se han forjado luchas y se han materializado importantes conquistas, porque, a pesar de todos los obstáculos las mujeres tenemos un extraordinario poder para avanzar, para sumar, para reivindicar derechos y crear mejores presentes y futuros por las que antes fueron, por las que ahora somos y por las que mañana vendarán.
Sí, las mujeres tenemos derecho a estar en los espacios de toma de decisión y de poder, siendo una lucha siempre cuesta arriba, dando pasos firmes como el iniciado en 1993 con la primer acción afirmativa para que en las candidaturas se impulsara la presencia de las mujeres y que han derivado para que en 2019, la Legislatura de la Paridad de Género, se aprobara la reforma constitucional de #ParidadEnTodo, para garantizar que mujeres y hombres accedan al poder político en igualdad de oportunidades.
Y, entre los primeros lugares donde debería permear el principio de paridad es en los partidos políticos, teniendo como marco el artículo 41 constitucional en general, y en específico lo establecido en el siguiente párrafo:
“Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, fomentar el principio de paridad de género, contribuir a la integración de los órganos de representación política, y como organizaciones ciudadanas, hacer posible su acceso al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como con las reglas que marque la ley electoral para garantizar la paridad de género, en las candidaturas a los distintos cargos de elección popular. Sólo los ciudadanos y ciudadanas podrán formar partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la intervención de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos y cualquier forma de afiliación corporativa.”
En todos los partidos el tema de la paridad ha significado una gran incomodidad, incluso en entre muchos de los hombres que se “presumen de pensamiento progresista y de avanzada”, pues consideran que “la paridad de género es una amenaza para los talentos y oficios políticos”.
Nada más lejos de la realidad, ya que en una democracia la paridad es una extraordinaria oportunidad para asegurar una participación igual de sus ciudadanos y ciudadanas en la vida pública y política; además, una participación equilibrada de las mujeres y de los hombres en la toma de decisiones es susceptible de engendrar ideas, valores y comportamientos diferentes, que van en la dirección de un mundo más justo y más equilibrado tanto para las mujeres como para los hombres.
Es importante observar todo el revuelo generado en el PAN tlaxcalteca, ante la aprobación por unanimidad de su Comité Ejecutivo Nacional para integrar la paridad horizontal y vertical de género en la renovación de las dirigencias de los Comités Directivos Estatales.
Las descalificaciones ante los nombres de liderazgos femeninos que han sido considerados por algunos medios de comunicación y simpatizantes han sido constantes, pareciera que ninguna tiene méritos suficientes para ser la primera presidenta del partido a nivel local, pareciera que ha sido un insulto para muchos el sólo considerarlas, algunos más sienten sus cotos de poder amenazados…
Es cierto, los liderazgos femeninos no son perfectos, pero no tienen por qué serlo, al igual que los liderazgos masculinos, que están también llenos de imperfecciones y yerros, al final del día nuestra humanidad está llena de luces y sombras, la única diferencia es a las mujeres se nos exige mucho más, se engrandecen desproporcionadamente nuestros errores y se invisibilizan y minimizan nuestros aciertos.
Los partidos políticos todos, sus dirigentes, militantes y simpatizantes, sus hombres y mujeres, tienen obligación de entender la paridad, de introyectarla y vivirla, porque desde ella se fortalece la inclusión, la igualdad y la democracia, y es urgente que lo entiendan a la brevedad para evitar desastres como el hecho de que en la conformaciónd de la Cámara de Diputados y Diputadas en la Junta de Coordinación Política de la legislatura que está por iniciar se prevé la presencia de 7 hombres, sin asumir que las mujeres en paridad, tenemos el derecho de estar en todos los espacios de toma de decisión.
Sí, en paridad, porque sin mujeres no hay democracia.