3 / Abr / 2024 | Opinión

Aspiracionismo VS aspiraciones

Es común escuchar la denostación hacia al indígena a través de apelativos como pata rajada, rural, tonto, etcétera

Términos, frase, refranes, regionalismos, albures, etc., son parte de la riqueza cultural lingüística de los mexicanos. Esa riqueza se la debemos a las 68 lenguas indígenas que aún existen en el país, sin desdeñar al castellano (impuesto), a partir de la conquista en siglo XVI por parte de los españoles. Algunas personas, incluso algunos lingüistas, llaman a las lenguas indígenas, dialectos. Desgraciadamente no lo hacen considerando al dialecto como un sistema lingüístico derivado de un tronco común, como es el caso del español en relación al latín; sino con una perspectiva racista y clasista. Concuerdo con el Antropólogo Manuel Gándara Vázquez quien dice: “es falso que los indígenas hablen en dialectos, que es como popularmente se les llama a sus lenguas; todas son lenguas completas. Los dialectos serían las variedades regionales de lenguas con una extensión geográfica amplia. Algunas de esas lenguas pueden ser fonéticamente complejas (como el chino o el zapoteco), al tiempo que pueden ser sintácticamente más o menos complejas, pero todas son lenguas por derecho propio”.

Las lenguas son parte esencial de la cultura de cualquier pueblo. El Antropólogo estadounidense de origen judío alemán Franz Boas a través de su postura académica del “relativismo cultural”, nos dice que no existen culturas bajas o altas; mejores o peores; ni menos o más desarrolladas; simplemente diferentes de acuerdo a su historia y al contexto socioeconómico y político en que se desarrollan o desarrollaron. En consecuencia, para entender y valorar a las diversas lenguas y a quienes las hablan, debemos conocer y entender cómo funcionan como parte de un todo cultural antes de minimizarlas.

Asimismo, es común escuchar la denostación hacia al indígena a través de apelativos como pata rajada, rural, tonto, etc.; así como dichos o frases: “no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre”. En este ejemplo pretenden mostrar a alguien (mestizo o blanco) actuando de manera honesta, sincera y de buena fe, sin saber que va ser traicionado o burlado por indígenas, como “supuestamente”

creen que actúan. Tales expresiones muestran un alto contenido clasista y racista.

Actualmente, con fines políticos, han tratado de confundir a la ciudadanía con términos que no corresponde a su significación ni interpretación. Uno de ellos, aspiracionista. Esta palabra refiere a la persona que hace cualquier cosa para aparentar su pertenencia a una clase social a la que no pertenece incluso, insulta, desprecia y minimiza a quienes forman parte de su grupo social. Para ello, se endeuda con el fin de conseguir bienes: carros lujosos; compra ropa de “marca”; vivienda con alto costo para su mantenimiento; asiste a bares, restaurantes y clubes caros; utiliza tarjetas de crédito que al no solventarlas se mantienen en buró de crédito, entre otras acciones distantes a su posición social, cultural y económica.

Por su parte, tener aspiraciones es parte de la naturaleza humana. Es aspirar y lograr mejores condiciones de vida mediante el estudio, lectura, trabajo y constante esfuerzo; así como consolidar un negocio; viajar a tierras nacionales y extranjeras; tener empleo y lograr un mejor salario; etc. siempre aceptando y valorando la cultura que se tiene, respetando a los demás y a uno mismo. En consecuencia, existe un abismo entre ser aspiracionista y tener aspiraciones de vida. ¡Que mejor sería si la visión de aspirar mejores condiciones de vida se hiciera bajo un principio colectivo!

La experiencia de más de treinta años en México y otros países del mundo, ha mostrado la ineficiencia del sistema neoliberalista como proyecto económico al crear millones de pobres, miles en extrema pobreza y una clase media con ideales y actitudes aspiracionistas. Es decir, el ideal capitalista del individualismo extremo no ha respondido a las expectativas de la gente, salvo para algunas familias; limitando el reparto de la riqueza de manera equitativa.

En México, unos cuantos -millonarios- apoyados por sus propios medios de comunicación utilizan mentiras, descalificaciones, artimañas y un sinnúmero de estrategias mediáticas para lograr recuperar el poder político y con ello, sus grandes concesiones económicas, entre ellas, no pagar impuestos. Al no lograr tales objetivos muestran enojo, desesperación, frustración e incluso odio, un ejemplo es Don Ricardo [Salinas Pliego], como lo llaman sus trabajadores por situaciones de subordinación y otros incondicionales; quien prefiere gastar -seguramente- una fortuna en pago de abogados, en lugar de pagar sus impuestos como cualquier otro ciudadano; incluso, estoy seguro que si asumiera una actitud más conciliadora, responsable y humana, sus negocios crecerían y con ello su capital económico. Empero, su egocentrismo, altanería y prepotencia, seguramente adquiridas desde niño al ser heredero universal de los bienes de su padre Hugo Salinas Price, lo limita y lo convierte en el ávaro millonario representado en el Cuento de Navidad de Charles Dickens. Aunque para ocultar su real personalidad asume el rol de víctima.

Salinas Pliego desde 2004 ha tratado de ocultar su participación en Atlas Network junto con su primo Roberto Salinas-León para tratar de desestabilizar gobiernos latinoamericanos, entre ellos México, financiando millones de bots y otras estrategias internáuticas. Según la periodista Dulce Olvera del periódico digital, Sin Embargo: “el Grupo Salinas celebra cada año el evento -Caminos de la Libertad-, la fundación de corte liberal que pertenece a esta oligarquía global y que preside el comunicador Sergio Sarmiento, de acuerdo con el directorio de Atlas Network. Ahí se habla sobre la importancia de la libertad en el mismo sentido que la entiende el ultraliberal Javier Milei, el presidente de Argentina que apuesta a achicar al Estado y ampliar el libre mercado”. Al respecto, algunas personas caen en la trampa del discurso e ideología de los dueños de grandes capitales (a través de algunos líderes políticos, comentaristas y periodistas) asumiendo actitudes aspiracionistas de pena ajena o… ¿Usted qué opina?

PD ¿Recuerda que el gobierno tlaxcalteca de izquierda “arrendó” Radio Altiplano durante un año a la empresa Media Group “El Heraldo de México”? Ahí Sergio Sarmiento y otros periodistas de ultraderecha tienen programas y horarios estelares. Sorprendente.

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