Huamantla es conocida por su arte efímero, sus alfombras y tapetes de flores y aserrín que, cada agosto, se hacen en honor de la Virgen de la Caridad; es una expresión de fe que toma forma a través de la cultura colectiva y ahora ya es la cultura del alfombrismo, que pasa de lo intangible a lo tangible en La Cometa y el Jardín de la Dalias, proyecto que surge a iniciativa del señor Vicente Macías y se complementa con el trabajo artístico del alfombrista Alejandro Lira.
En el proyecto de Dalias Caridad, el señor Vicente Macías, ha trabajado unos 23 años y, con el paso del tiempo ha generado nuevas variedades, colores y formas de la flor, pero no sólo es un sembradío de esta planta, ya que en la hectárea donde se diseñó La cometa, no sólo es un sembradío lineal, pues él y el maestro alfombrista, Alejandro Lira, generaron el diseño de una cometa, el cual es la metáfora del ciclo de la vida.
En entrevista con los autores de esta alfombra viviente, explican que configuraron la imagen de una cometa que se avista, aparece, tiene su momento de esplendor, se disipa y desaparece del firmamento, proceso que también asemeja el ciclo de las flores.
Alejandro explica el proceso de la planta desde que se empieza a sembrar, después está la tierra barbechada y, a partir del trabajo de labranza muy arduo de don Vicente, salen las matas, las flores y florece para que en agosto se conecta a la cultura de la comunidad en las alfombras, donde los colores y los pétalos van a disiparse y a extinguirse como la cometa”.
Posteriormente, en septiembre u octubre, esta planta ya no florece, “decae la planta y aún así, la cometa se sigue viendo, hasta que el proceso final de este año es sacar los camotes que le dan vida y éstos generan agujeros que será la parte final del proyecto, es como la cometas extingue”, añadió.
Don Vicente dice que después de 23 años de experiencia en el cultivo de las dalias, “quise hacer algo novedoso, que no fuera sólo un sembradío, sino que le diéramos la forma de un jardín, por eso busqué a don Alejandro y con el resultado muy contento y agradecido por la belleza que está apareciendo”.
Las más de 40 variedades de colores y formas que ha cultivado don Vicente en su laboratorio, han surgido en más de dos décadas, “pues para cada color que obtenemos, nos tardamos como siete años, comenzamos de una semilla y año con año la marcamos y seleccionamos, hasta que se multiplican los camotes para hacer las nuevas variedades”.
El proyecto de La Cometa en el jardín Caridad inició hace seis meses, específicamente en enero y todo ha ido creciendo de acuerdo con el ciclo agrícola, tiempo en el que el maestro alfombrista ha desarrollado un proyecto artístico.
Ambos coinciden en que es por la cultura del alfombrismo que nació la Cometa, la cual sólo se pudo dar en Huamantla, “porque gracias a las alfombras o porque hay alfombras hay flores, y, entonces, a partir de ahí hay una posibilidad de que esto regenere y dé un beneficio en el aspecto productivo, turístico o cualquier otro tema en esta región”.
Esta conexión entre lo que produce la naturaleza y el trabajo agrícola en conjunto con la creatividad artística hace referencia al inmenso mundo de relaciones que se establecen para llegar a hacer una alfombra, existen las alfombras de manera ornamental,
Pero también es un espacio para reflexionar, porque el trabajo del campo es difícil, por cuestiones de cambio climático, por plagas, pérdida de la fertilidad del suelo, la sequía y el abandono del campo, “tanto de la población como de quien hace gobernanza, cultivar el campo requiere del doble de trabajo y las dalias requieren más atención y cuidado”, refiere Alejandro Lira.
“Esto es un proyecto que su principal razón de ser es abastecer la cultura colectiva y de colaboración que son las alfombras de agosto, a los alfombristas, es el principal motivo, hacer florecer el campo para ofrendar”.
El segundo motivo, explica, es revelar las problemáticas que ya se tienen, sí, se ve muy bonito, pero es necesario entender el trabajo y los problemas que se deben resolver para poder llegar a esto y tener una expectativa a partir del razonamiento de cómo poder regenerar nuestro paisaje, nuestra tierra”.
Por eso, para ellos es necesario que se entienda el ciclo de las alfombras, es una nuestra tradición que va más allá de ser sólo un producto turístico u ornamental, es el mismo ciclo de la vida.
Como parte de este ciclo de vida, las dalias ofrecen servicios ecosistémicos, pero también establecen el tema de la comercialización, de ser una fuente de ingresos para quien las cultiva, pero también “es un gran jardín de polinizadores, lo que da, no sólo un servicio a las flores, sino al entorno agrícola e incluso a las zonas naturales que aún quedan en la Malinche”.
“Y, finalmente, alimenta la cultura de una comunidad, la cultura regenerativa de las alfombras, en ese sentido, lo más bonito es que el gran servicio que ofrecen las alfombras es que gracias a ellas vuelve a haber abejas, y eso implica un sentido más profundo de supervivencia que tenemos que cuidar ante la problemática climática grave que enfrentamos”.
Los creadores de ese paisaje agrícola en el que está inmersa la Cometa, confían en que a la gente le deje una estela de reflexión y diálogo, de una expectativa seria de economía digna, equitativa, y hasta para quien lo quiera tomar así, “un razonamiento espiritual, de fe, de que las cosas no son instantáneas ni virtuales y para tener una de esta flores, han tenido que pasar un sin fin de cosas para que esto sea posible”.