30 / May / 2024 | Opinión

La importancia del voto

Algunos y algunas candidatas para conseguir el voto ciudadano a su favor, recurren a promesas, falacias y un sinnúmero de hechos que denigran su personalidad

Javier González Corona

Estamos a unos cuantos días del 2 de junio, fecha donde los mexicanos tenemos el compromiso y derecho cívico-político de emitir nuestro voto. Un voto que durante siglos no existió en el país. Tuvimos gobiernos teocráticos (etapa prehispánica) y monárquicos (durante la Colonia y después con Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo), es decir, la vida democrática no existió por muchos siglos en lo que hoy es México. El voto ciudadano no formaba parte del imaginario político de la población.

Al paso del tiempo se fueron dando cambios importantes, no por obra divina ni mucho menos por concesión de quienes ostentaban el poder económico y político, sino a través de una constante lucha y organización de un sinnúmero de mujeres y hombres. Producto de esa lucha y las experiencias de otros países, México pudo implementar el sistema político democrático y, aunque no sea perfecto en su práctica, ha sido uno de los mejores para la participación del pueblo en la elección de sus gobernantes.

En México, por varios años (desde 1988 con Carlos Salinas de Gortari) el sistema neoliberal ha utilizado a la democracia con fines de enriquecimiento de unos cuantos: empresarios, banqueros, intelectuales, religiosos e incluso políticos. Para tal fin, han utilizado una ideología individualista, clasista, racista y demagógica, difundida a través de los medios de comunicación privados (propiedad de esos mismos privilegiados), para hacer creer a la población que “algún día” lograrán mejores condiciones de vida, pero de manera individual, nunca colectiva. Es decir, los gobiernos neoliberales han llevado a la nación mexicana a un sistema político, social y cultural claramente excluyente, conduciéndolo a una distopía mexicana, tal como lo plantea el Doctor Lorenzo Meyer.

El sociólogo Pablo González Casanova habla de la importancia de la Constitución en relación a la democracia, cito: “la lucha de clases y la lucha ideológica que se libró en México a raíz de la caída del usurpador Huerta llevo a un pacto de facciones y clases…con una Constitución liberal avanzada [tomada del modelo francés y estadounidense] que incluía varios derechos sociales. La Constitución operó como instrumento de una burguesía incipiente, aliada a los trabajadores organizados y a los campesinos armados, en lucha contra el latifundismo y el imperialismo… la Constitución fue un instrumento del desarrollo del capitalismo y del desarrollo del país dentro del capitalismo. Pero como el país no se desarrolló plenamente dentro del capitalismo, las instituciones más características de la democracia capitalista tampoco se desarrollaron”. Y si agregamos que los partidos de oposición eran incipientes en la lucha electoral, nos permite entender porque la democracia mexicana se convirtió en una utopía. Era tan incipiente nuestra democracia que quienes votaban en un inicio y por muchos años, eran únicamente los hombres; siendo hasta el 3 de julio de 1955 cuando las mujeres pudieron emitir su voto por primera vez.

A la fecha, algunos y algunas candidatas para conseguir el voto ciudadano a su favor, recurren a promesas, falacias y un sinnúmero de hechos que denigran su personalidad: violencia, descalificaciones e incluso, el deseo de tragedias económicas, familiares o naturales para justificar su proyecto de “cambio”. Es evidente la forma en que los partidos opositores al actual gobierno, buscan a través de los medios de comunicación privados (tv, radio y prensa) crear una sicosis de terror y miedo en la población; magnificando sucesos, como: asesinatos; robos; secuestros; caída del peso en relación al dólar; aumento en el costo de canasta básica, luz eléctrica, gasolina; así como explicaciones “académicas” para justificar al capitalismo como mejor sistema económico en relación al socialismo y de supuestamente estar el país a un paso del comunismo (planteamiento extraño, si a la fecha no existe una pisca del sistema socialista, mucho menos del comunismo). Es tanta su desesperación que en redes sociales utilizan a actores y actrices a “echarse” rollos mareadores tele novelesco que ni ellos mismos se lo creen, además, sin importarles el artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos utilizan a una parte de la estructura pastoral (Iglesia) para tratar de convencer a los feligreses de que no voten por un gobierno supuestamente comunista y así prevenirlo del pecado y de no ser juzgado negativamente al final de su vida ¡caramba! También, no dudemos que algunas encuestas serán modificadas sorprendentemente de un día para otro, publicándolas de manera ufana para lograr voluntades de voto.

Viene a colación la pregunta que miles de mexicanos nos hemos hecho ¿por qué México teniendo tanta riqueza natural y social, es un país pobre? A la fecha con información diversa y verídica se responde fácilmente: la riqueza natural en propiedad de unas cuantas familias; y la riqueza económica (creada con el trabajo de las y los mexicanos), depositadas en cuentas bancarias en el extranjero, inversiones empresariales en otros países, mansiones y un derroche de dinero, dentro y fuera del país, producto de una vida excéntrica. Lo peor, pagar con el mismo dinero de la nación (obtenido con los impuestos de los trabajadores) actos de corrupción disfrazados como derechos laborales y/o jurídicos de los mismos privilegiados. Ejemplos hay muchos; uno de ellos es el caso actual de la señora María Amparo Casar quien cobró millonadas sin derecho y sin inmutarse a pesar de presidir la organización nacional “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad”; la Casa Blanca de Angélica Rivera exesposa de Peña Nieto; la venta de empresas estatales a inversionistas nacionales y/o extranjeros a precios irrisorios (Teléfonos de México, Ferrocarriles Mexicanos, minas, etc.); el Fobaproa para “rescatar” a los banqueros; la Estela de Luz; la barda de una refinería que costó millones; entre otros muchos casos más.

Es decir, ganar una elección se ha convertido en una obsesión para la mayoría de candidatos y candidatas, llegando a utilizar una violencia extrema, compra de votos, programar actividades tradicionales deshonestas (ratón loco, mapachería, etc.), entrega de obsequios, mentir sin ética ni valores humanos e incluso, recurrir a la fe para convencer o amedrentar (pecado-castigo) a través de instituciones religiosas. Ante ello, es necesario que el ciudadano recurra a la memoria histórica, una amplia información, un análisis exhaustivo y una reflexión bien hecha de los partidos políticos y de sus candidatos en los diferentes niveles de gobernanza: comunal, municipal, estatal y nacional. Así se le dará, este 2 de junio, la importancia que el voto merece o … ¿Usted qué opina?

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